Tener una aplicación móvil que cubra una necesidad recurrente de nuestros usuarios. Apoya la prescripción del proyecto.
Desde la aparición y extensión de los dispositivos móviles conocidos como smartphones se ha extendido el uso de aplicaciones que aúnan la conexión a la red con las herramientas de captura y posicionamiento del dispositivo y a provocado la duda sobre la necesidad de ofrecer una aplicación móvil del proyecto a sus usuarios.
El uso y la disponibilidad de ese tipo de aplicaciones ha crecido de manera exponencial, provocando cambios de uso y de decisión en los usuarios. Las aplicaciones consumen recursos, sobre todo espacio en la memoria del dispositivo, lo que provoca que los usuarios realicen limpiezas de aplicaciones que no son muy utilizadas, atendiendo sobre todo al uso de espacio en memoria que realizan y a la utilidad continuada que tienen para ellos.
Nos encontramos en la actualidad en un ecosistema interactivo en el que las aplicaciones son apreciadas pero los usuarios se deshacen de ellas con facilidad. Teniendo en cuenta esta situación respondemos a la pregunta: ¿Necesito una aplicación móvil?, respondiendo a la vez a dos cuestiones de importancia, el que y el como.
Lo normal es que se mantenga una comunicación con nuestros usuarios potenciales mediante una web y las redes sociales y fruto de esa relación sepamos que informaciones o utilidades de las que ofrecemos son las más apreciadas e utilizadas por ellos. Es a partir de esos datos y de los objetivos de nuestro proyecto con lo que podemos definir la finalidad y utilidad de nuestra aplicación.
Tengamos en cuenta que podemos tener más de una aplicación, y que por lo tanto, no tenemos que intentar cubrir todas las necesidades con una sola. La razón es muy sencilla, la supervivencia de nuestra aplicación depende de la asiduidad de uso por parte de nuestros usuarios.
Una aplicación la usamos cuando nos va a ofrecer una información o servicio de nuestro interés de manera sencilla y rápida. Es mucho más rápido el acceso a una aplicación que a una web. Esta es una de las razones con más peso para decidir si necesitamos una aplicación web.
Una aplicación debe de tener una finalidad concreta y por lo tanto ofrecer la manera más rápida y sencilla de realizar, este axioma también se debe cumplir en la web pero en ella nos encontramos en un espacio mucho más grande con gran cantidad de información e utilidades a nuestro alcance.
En conclusión debemos de definir nuestra aplicación como una herramienta efectiva, rápida y sencilla que cubra una necesidad recurrente para nuestros usuarios.
Para la realización de la aplicación existen tres modalidades: aplicaciones nativas, híbridas o progresivas. A continuación vamos a definir básicamente las diferencias entre ellas.
Están desarrolladas en el lenguaje elegido por la plataforma del dispositivo, por lo que que aprovecha al máximo sus posibilidades y ajustándose de manera óptima al mismo.
Tiene acceso a todas las utilidades del equipo (tras pedir permiso al usuario): contactos, posicionamiento, cámara, notificaciones incluso aunque la aplicación no este abierta.
Precisa de su descarga e instalación desde una de las plataformas de aplicaciones, según el dispositivo que tenemos, como Google Play o App Store.
La actualización la hace el usuario tras el aviso de la plataforma de descarga de las aplicaciones.
Se desarrollan de manera específica para cada plataforma (Android, IOS, Windows), lo que implica equipos diferenciados, más horas de desarrollo y el mantenimiento, al tener de varias versiones de la aplicación.
En general funcionan como las aplicaciones nativas, aunque no están tan optimizadas porque se hace un desarrollo multiplataforma, una única versión para todas las plataformas de dispositivos, de manera que los costes se reducen tanto en la creación como en el mantenimiento.
El ajuste de la programación no es tan efectivo como en las nativas, lo que implica en algunos casos la realización de ajustes por plataforma, aunque no son versiones separadas si pueden haber ajustes personalizados. Pero se sigue precisando un solo equipo de desarrollo.
Según el sistema de desarrollo que se elige precisa del uso por debajo de manera invisible del motor de un navegador lo que hace que aumente un poco el tamaño de la aplicación, aunque actualmente existen sistemas de desarrollo que no precisan de ese soporte de navegador, reduciendo por lo tanto el tamaño.
Para su uso es necesario también la descarga e instalación desde una de las plataformas de aplicaciones, según el dispositivo que tenemos, como Google Play o App Store. Y la actualización la hace el usuario tras el aviso de la plataforma de descarga de las aplicaciones.
Se trata de aplicaciones web que permiten la colocación de un acceso en el escritorio al igual que las aplicaciones instaladas y que se abren sobre el navegador en modo invisible, ofreciendo un aspecto idéntico a las aplicaciones instaladas.
Al ser una aplicación web sólo tiene acceso a las utilidades del dispositivo que se permite al navegador, muchas menos que las aplicaciones nativas o híbridas por lo que tenemos que conocer las necesidades técnicas de la aplicación para ver si estarán cubiertas.
Ofrece la posibilidad de trabajar sin conexión a Internet ya que permite guardar información en la memoria cache del dispositivo. Utiliza mucho menos espacio en la memoria que las nativas o híbridas.
Están siempre actualizadas de manera automática sin precisar la actuación del usuario, ya que al tener conexión comprueba si hay una versión más reciente de alguno de los datos y archivos de la misma.
Su funcionamiento es seguro ya que precisa que la web que se consulta este bajo el sistema HTTPS de acceso protegido.
Al ser una aplicación web es multiplataforma por lo que su desarrollo se abarata, además suele compartir datos y código con el mismo apartado en la web con lo que optimizamos los recursos destinados a la aplicación.
En el momento que tenemos una utilidad o servicio que los usuarios de nuestro proyecto usan asiduamente, necesitamos tener una aplicación móvil para acercarles su uso.
Para comenzar lo mejor es partir de una aplicación progresiva que amplia y ajusta una apartado de nuestra web, con el objetivo de cubrir esa necesidad y siempre que los requisitos técnicos estén cubiertos.
Cuando el proyecto coge mucha envergadura o precisa de utilidades no soportadas por el navegador, pasamos a una aplicación específica, decidiendo si híbrida o nativa dependiendo del presupuesto y potencia de la misma.
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