Dejar que el usuario elija su camino y que influya en los contenidos que le ofrecemos.
Habitualmente, existen tres formas de acceso a contenidos en un sitio web:
Uno de los retos más complicados de la estrategia de contenidos mediante interactivos es la estructura y la navegación por estos. Lo habitual y más extendido es la navegación lineal por una estructura y secuencia predefinida.
Debemos ser conscientes de la dificultad de conocer la trayectoria y afinidad de una mayoría suficiente de los usuarios, y aún así esta puede cambiar por la influencia del estado de ánimo o el entorno.
Es por ello que cobra entidad la opción de realizar una navegación no lineal que permita variar según las decisiones del usuario, conseguiremos de esta manera una experiencia más gratificante, por los resultados que obtiene el usuario y la sensación en el usuario de control y decisión en el proceso.
En la navegación no lineal eliminamos la presunción de los caminos predefinidos para moverse por los contenidos, basamos la adquisición de estos a los movimientos y decisiones del usuario. En la medida que ampliemos esa libertad conseguiremos que el usuario empatice con el contenido e incluso participe con sus acciones en la autoría del mismo. Generando una interactividad más completa y efectiva.
La navegación no lineal alterna entre un listado de enlaces u opciones de navegación y el visionado del contenido seleccionado. Al cerrar el contenido seleccionado y retornar a las opciones, estas habrán cambiado respondiendo a la acción del usuario, ofreciendo nuevos contenidos que puedan ser de su interés, tanto los directamente relacionados con el visitado como algunas opciones de caminos y contenidos diferentes.
Al usar el sistema de navegación no lineal se plantean dos dudas o temores fundamentales:
Es cierto que la navegación no lineal funciona si el usuario va encontrando contenidos de su interés o que contribuyan a su atención, y que ese ciclo se puede romper fácilmente. Por lo que deberíamos dejar un asidero al que pueda acudir en el caso de desorientarse.
Ese asidero puede ser un botón menú hamburguesa como los que se utilizan en la versión móvil de las webs, que nos permiten usar puntualmente una navegación lineal. O un botón que nos permite ir al punto inicial del interactivo, aunque habría que gestionar la sensación de fracaso al volver de nuevo al inicio, mostrando un inicio ligeramente diferente.
Una vez hemos conseguido que un usuario haya consultado uno de nuestros contenidos y lo cierra, entra en funcionamiento la tecnología de inteligencia artificial que hayamos implementado para conseguir ofrecer un abanico interesante de contenidos, que incluya contenidos afines al consultado, relacionales y algunos de otros niveles o categorías que sean de su interés.
En la consecución de un buen listado de sugerencias que puedan ser del interés del usuario radica el objetivo del motor de inteligencia artificial y debe de tener capacidad de transformación dependiendo de la interacción del usuario.
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